miércoles, 19 de octubre de 2011

Crónicas Bálticas (5): Más Riga, y la recepción de la Embajadora

El 12 de octubre, obviamente no era fiesta en Letonia, así que aprovechando que estaba todo abierto y que el tiempo no acompañaba, por la mañana me fuí a conocer más de Riga pero a cubierto, es decir, de museos.

Primero me acerqué a la Casa de las Cabezas Negras, probablemente el edificio más conocido de la ciudad, para verlo por dentro.

Descubrí que, aunque la casa fue construida en 1334 (eso dice la inscripción en la fachada y los documentos históricos), en la Segunda Guerra Mundial fue bombardeada y quedó en ruinas, y esas ruinas fueron echadas abajo por su peligrosidad al terminar la guerra, con lo que todo lo que se ve es una reconstrucción de 1999 (a excepción del sótano y los cimientos, que sí son los originales).


La historia de la Casa es curiosa y perteneción a un poderoso grupo de comerciantes alemanes, la "Hermandad de las Cabezas Negras", que operaba en la antigua Livonia (las actuales Estonia y Letonia) hasta el Siglo XVIII (en Tallín también pude ver la Casa en esa ciudad, menos lujosa, aunque eso si, la original -ver Crónicas Bálticas (4)-). Este gremio, surgido en el Siglo XIV, estaba integrado por los jóvenes comerciantes solteros hasta que les admitían en el Gran Gremio y por comerciantes extranjeros en Livonia, y su nombre se debe a que la hermandad estaba dedicada a su patrón, el santo africano San Mauricio, un mártir de los primeros cristianos que murieron en Suiza en torno a 280-300 dC; su cabeza es la imagen del escudo de armas de la Hermandad. En todo el interior de la Casa se puede ver su escudo en muebles, paredes, ventanas, etc. Luego se usó como sala de reuniones del Ayuntamiento, y ahora sus salones de asambleas y de baile se utilizan para actos oficiales, recepciones y reuniones de empresas, etc.





Otra muestra de los contrastes arquitectónicos (y generales) de Riga es que en la plaza en la que está situada la Casa de las Cabezas Negras hay justo en medio hay un edificio cuadrado y oscuro de la época soviética que ahora alberga el Museo de la Ocupación -ver Crónicas Bálticas (2)-, y que delante hay una estatua también de estilo soviético homenajeando a los letones que participaron en la Revolución Rusa...



Después visité el Museo de la Ciudad y de la Navegación, que realmente es un museo de historia de la ciudad, porque de la navegación hay un par de salas con algunas maquetas y poco más. Está ubicado en un anexo de la Catedral luterana, y es interesante por los mapas y las fotos de la Riga antigua y por ver la evolución de la ciudad, aunque para los que no sean historiadores puede resultar un poco pesado, pues no es muy "visual". El edificio en sí es bonito, da al claustro de la catedral y tiene un salón de baile con columnas.



La visita más impresionante fue la subida al campanario de la Iglesia de San Pedro, un mirador excepcional en pleno centro de la ciudad, muy cerca de la Casa de las Cabezas Negras antes mencionada.


La iglesia data de principios del Siglo XII y originariamente iba a ser la catedral principal de la ciudad, aunque después tubo usos incluso militares, pues durante los combates con la orden de Livonian en el techo del edificio fueron instaladas catapultas. La torre de la iglesia, cuyo chapitel era originariamente de madera, ha sido destruida y reconstruida 3 veces, la última vez ardió tras unos bombardeos en el día de San Pedro en el año 1941, y en 1971 fue reconstruida en su estado actual pero ya con armazón metálico. A pesar de la altura de la torre (de 123 metros), afortunadamente hay un ascensor que, previo pago (3 lats) te lleva en un momento al mirador, a 72 metros de altura.

Como podeis imaginar, las vistas de toda la ciudad desde la torre son estupendas (y el frío y el viento que hace ahí arriba, también es "estupendo", je, je), las muestro rotando en el sentido de las agujas del reloj:

El Palacio de la Cultura y de las Ciencias (también llamado "la tarta de cumpleaños de Stalin"), en el barrio Maskavas, el Mercado Central, y al fondo la Torre de Telecomunicaciones:


Los puentes del ferrocarril y Vansu sobre el río Daugava, y parte del casco antiguo con la Catedral Luterana:


El barrio Art Nouveau, con la Catedral Ortodoxa en el parque de la Explanada:


Pero el día finalizó de manera muy diferente: en la recepción de la Embajada Española en Letonia el día de la Hispanidad, una experiencia bastante "esnob" y surrealista. os cuento:

M, como residente registrada, estaba invitada a una recepción que hacen todos los años a la que invitan a la reducida colonia española en Letonia.

Este año era en la planta 13 del Albert Hotel (otras vistas cojonudas de la ciudad al anochecer), y cuando llegamos resulta, pero cuando llegamos resulta que había más de 100 personas y que la mayoría eran extranjeros: diplomáticos de otras Embajadas, letones (y letonas) relacionadas con españoles... Total, que casi había que buscarnos con lupa...


El acto protocolario fue un paripé, como no podía ser de otra manera (mucho protocolo, mucha presentación, etc., sólo faltaba el mayordomo con la bandeja de Ferrero Rocher), pero tuvo su punto folclórico, con un guitarrista nórdico tocando los himnos español y letón a lo Paco de Lucía; hubo también un discurso en español, inglés y letón que había que interrumpir cada poco; pero después ya vino lo importante: un generoso vino español con abundante jamón y susrtido de ibéricos, y de postre unos churros ya mojados en chocolate... Vamos, que en apenas una hora salieron a relucir un buen número de tópicos del "Spanish way of life", ja, ja.

Entre los que conocí de la colonia española, había mucho varón y poca mujer, la mayoría por haber conocido a alguna letona (no me extraña, nunca he visto una ciudad con tanta concentración de mujeres guapas), e intentando establecerse en un país con dos lenguas difíciles a cual más y con muy pocas empresas españolas asentadas y en general con escasas relaciones económicas con España. Pero bueno, uno tenía un bar de tapas (el "Madrid Bar de Tapas", en Valdemara Iela, 61, aprovecho para hacerle publicidad), otro se había puesto de abogado para empresas importadoras, otro de informático, otro trabajaba en la Embajada, otro de profesor de español... Me gustó saber que aún hay gente "echada para adelante" que es capaz de irse a tierras lejanas a abuscarse la vida...

La verdad es que fue divertido, y además tuvo su punto de glamour, no siempre te invitan a una "recepción del Embajador", ja, ja.

Para terminar, y como contrapunto a tanto protocolo, no me resisto a poner la foto de una cadena de tiendas que hay por toda Riga y en las que puedes comprar casi de todo, cada vez que veía una me daban ganas de abrir una en Barcelona:

Drogas... ¿A que mola?

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Crónicas Bálticas (4): Escapada a Tallín y Helsinki

En esta nueva escapada a los países bálticos a primeros de Octubre, aprovechando que aún no ha empezado a nevar (aunque ya hacía frío, entre el viento y la humedad, casi como en pleno invierno en España) hicimos un pequeño viaje de 3 días a Tallín, y además uno de los días fuimos en ferry a pasar un día a Helsinki.


Tallín es una ciudad con un casco histórico muy bien cuidado, además tiene un aire un poco "alemán" (salvo por la catedral ortodoxa), le pasa lo que a Riga, su pasado hanseático y ruso se nota en muchas de las casas y edificios del centro. De hecho la historia de la ciudad (y de su país, Estonia) es paralela a la de Riga (y de Letonia) que ya he comentado en mi Crónica Báltica nº 1, y los tics nacionalistas y anti-rusos también se reproducen en esta república báltica, pero bueno, eso es otra historia.

Recorrer el citado casco antiguo y rodear sus murallas y torres es una delicia, como os digo está muy bien conservado y es muy bonito, y además como está construido en una pequeña colina las vistas desde algunos miradores son muy buenas.






Lo más conocido es la famosa Plaza del Ayuntamiento, en la Ciudad Vieja (visitad la Antigua Farmacia, de 1422 y aún en funcionamiento, es auténtica...), pero las mejores vistas están en la Colina de la Catedral ("Toompea"), donde están las 2 catedrales, la ortodoxa y la luterana y además las sedes del Parlamento y del Gobierno y de algunas embajadas.

Toda esta zona, muy cerca del Puerto y de la Terminal de Ferries, realmente no es muy grande y la puedes conocer perfectamente en un día. Además es la más turística y está llena de restaurantes y cafeterías (y también de Karaokes -curioso, les debe gustar el género-, y de clubs nocturnos de dudosa reputación); también te encuentras muchas casas de antiguos comerciantes alemanes, con ese estilo alemán-holandés, y algunas antiguas sedes de los gremios, muchos coincidentes con los de Riga: las Cabezas Negras, el Gran Gremio, etc.


Y no dejas de ver alguna "curiosidad" (por ejemplo, una casa de estilo neoclásico que fue primero sede de una asociación de periodistas, y después sede de la KGB en Tallín durante la etapa soviética):

Lo que ya no me gustó tanto es que justo al lado del centro medieval está la zona de negocios con bastantes edificios modernos y muy altos y varios centros comerciales, sin una zona de transición con la ciudad antigua, con lo cual a veces estos edificios tapan o afean la vista general del casco antiguo... Pero bueno, son cosas del desarrollo, o eso dicen.


Otro día fuimos paseando desde el Puerto moderno hasta el Museo Marítimo de Estonia, en el Puerto Viejo (tiene otra sede con documentación y maquetas en la Ciudad Antigua), atravesando una antigua zona industrial hoy medio abandonada. El paseo no es especialmente bonito pero sí muy curioso, y en el Museo Marítimo, en obras, tienen algunos patrulleros de la época soviética y un rompehielos de pricipios del siglo XX, el "Tallin", que dicen que es el mayor que se construyó de vapor, y está en perfecto estado. Pude subirme y fisgar un poco, hasta que me echaron porque fuimos el día de descanso del museo:


Lo que no pudimos ver es la otra joya del museo, un submarino estonio de antes de la Segunda Guerra Mundial, que estaba en una nave en obras y tapado con una lona... Una pena (esta foto es de años anteriores cuando se podía visitar):

También visitamos un gran parque que hay al este de la ciudad, el parque Kadriorg, cerca del mar y donde está la residencia el Presidente y el Palacio Kadriorg, construido por Pedro el Grande y hoy un Museo de arte clásico. En el parque hay varios museos (entre ellos el de arte moderno KUMU) y un enorme auditorio, pero no pudimos visitarlo muy a fondo, la verdad, dimos un paseo y poco más.

La ciudad no es muy grande, tiene unos 400.000 habitantes, y te mueves bastante bien a pié por el centro, pero para ir a algunos puntos hay que coger el tranvía o el autobus, ya que como muchas ciudades soviéticas los extrarradios son muy extensos y se construía bastante disperso. En cuanto a los precios, bastante cara, por el estilo de Riga (el precio estandar de un café eran 2 Euros -por cierto, ya tienen el Euro-).

En general es una ciudad cuyo casco antiguo merece la pena visitar, quizá mejor cuidado y más vistoso que el de Riga, aunque como ciudad en general creo que es más atractiva Riga, sobre todo por la parte modernista, los parques del centro y el ambiente en general.

Y como os decía, otro día pasamos en el ferry a Helsinki (fuimos en Tallink, aunque hay más compañías -Viking y otras-; por cierto, lleno de bares y de tiendas de alcohol -los finlandeses aprovechan el viaje para comprar alcohol y tabaco más baratos-, pero sin butacas para poder echar una cabezada, que lo sepais...), en una travesía por el Golfo de Finlandia que haces en menos de 2 horas y que antes suponía pasar el "telón de acero", llegas a una ciudad mucho más avanzada, en la que también notas que estás en un país "de primera" (sobre todo en los precios, es cara de c...), todo impecable, pero sin embargo no es una ciudad con mucho encanto, y de hecho no tiene un casco antiguo demasiado antiguo; sí tiene algunos edificios curiosos y algunos paseos y parques que no están mal, además de poderte subir a veleros antiguos sin problema (como en Estocolmo)...

Todo impecable, eso sí, pero ya está, no tiene demasiado que destacar. Me gustó bastante la estación central de ferrocarril, las dos Catedrales, y algunas vistas de la costa.


Como curiosidad pudimos colarnos en el Estadio Olímpico.

Me quedaron ganas de ir a una isla-fortaleza-musó que hay en la costa de la ciudad, Suomenlinna... Otra vez será.

Lo que sí notas es la gran diferencia económica que existe entre Estonia y Finlandia, que estando tan cerca geográficamente y culturalmente (hablan lenguas de la misam familia -e ininteligubles ambas-), económicamente están aún a mucha distancia... También es evidente que, a diferencia de los países bálticos, que quieren borrar su pasado reciente a toda costa, en Helsinki conviven con su pasado de dominio sueco, y después ruso, sin mayores problemas. De hecho el sueco es cooficial con el finés, y algunos carteles están además en ruso, trilingües.


Como últimas notas para los viajeros os diré que el viaje desde Riga a Tallín lo hicimos en autobús Lux Express (se tardan unas 4 horas, son directos, no merece la pena ir en avión), y que están fenomenal: encontramos una oferta por 12 euros ida y vuelta, y el autobus es muy amplio, con butacas muy espaciosas -tipo Supra-, y el billete incluye wifi, prensa y cafe y té gratis durante el viaje, todo incluido en el billete... De lujo.

En cuanto al hotel, teníamos reservado uno baratito, pero los muy c... nos dejaron tirados y acabamos en el Radisson Blu Olimpia, que sin embargo nos sorprendió porque no se aprovechó y no nos sableó, y tenía unas vistas cojonudas de la ciudad desde la planta 19 en la que estábamos, y con un Spa en la planta 25... Muy recomendable.

Seguiremos informando.

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