martes, 19 de julio de 2011

Crónicas Bálticas (1): "Rigueando"

Tras un paréntesis de varios meses, retomo el Blog, a ver hasta dónde llego en esta nueva ciber-singladura...


De momento, hace unas semanas visité Riga, la capital de Letonia a orillas del Báltico. Una visita muy recomendable si se quiere visitar una ciudad diferente, "del Este", ambigua, contradictoria, una curiosa mezcla entre su pasado medieval-hanseático, modernista y soviético, mayoritario aunque decadente; y su actual "modernidad" occidental, nacionalista letona y turística, en claro auge...

Lo primero que sorprende es, ya en el avión, las costas bálticas rectilíneas y los enormes bosques, y ya en el aterrizaje, el Museo de la Aviación que está junto al aeropuerto, con una buena colección de aviones y helicópteros militares de la época soviética y de la Guerra Fría, que aún no he visitado pero que visitaré en mi próximo viaje (aficionado a la aviación que es uno).

Es curiosa la historia de la ciudad, fundada en 1201 por comerciantes alemanes, pasó en el Siglo XVI a estar dominada por los suecos, y desde el Siglo XVII por los rusos, hasta que en el Siglo XX se convirtió en la capital de Letonia -tanto de la independiente como de la soviética y luego nuevamente de la independiente-; sin embargo, el país del que es capital, Letonia, tiene unos orígenes históricos diferentes, que se remontan a los Livonios, un pueblo medieval de la zona... Eso sí, a oidos de un negado para los idiomas como es un servidor, lo que hablan habitualmente por estos lares, tanto el letón como el ruso, resultan completamente ininteligibles, pues son tan diferentes a las lenguas latinas y sajonas que no se entiende nada de nada ni de oidas ni leyendo (el cirílico del ruso es como una vuelta de tuerca más), al final hasta el alemán te acaba pareciendo "asequible"..., menos mal que con el inglés "lingua franca" te vas apañando, porque tienes la sensación de estar reviviendo "Lost in translation".

Y claro, con ese pasado la ciudad ha resultado ser, como decía, contradictoria: el centro medieval está bastante bien restaurado y callejear por sus calles peatonales es muy agradable, pudiendo ver una serie de casa y palacios de la época en la que la ciudad estaba dominada por la "Liga Hanseática"o "Hansa", curiosa alianza comercial de las ciudades del norte de Europa que monopolizó el comercio de la zona en manos de los comerciantes alemanes desde la Edad Media hasta el siglo XVII... (seguramente hoy hubiesen sido carne de expediente sancionador de la Comisión Europea por "prácticas anticompetitivas", ja, ja...).

Aparte de ver la conocida "Casa de las Cabezas Negras" y las "Casas de los Gremios", no os perdais la "Casa de los Gatos", con las puntas del tejado acabadas en unos curiosos felinos...(por cierto, ¡¡¡ Qué de gatos se ven por las calles de Riga !!! Deben ser de una raza "polar", porque sino en invierno se deben pelar de frío). Pero el encanto del centro se desdibuja un poco pues esta es la zona que está llena de turistas, de restaurantes, de terrazas (con música en vivo, esto sí es un puntazo), de bares de copas, de tiendas de marca, de policías omnipresentes a la caza del borracho, de precios "occidentales" (en un país con salarios aún "del Este"), etc.

Luego tiene su barrio "Art Nouveau" (o Modernista), en la zona "pija" de Riga, con una serie de edificios de ese estilo repartidos en unas pocas calles, algunos de ellos muy curiosos:


Por cierto, una nota curiosa: Varios de los edificios "Art Nouveau" de Riga fueron construidos por el padre de Serguéi Eisenstein, el famoso director de cine ruso-soviético que, cosas de la vida, era ruso pero de Riga.

Y es que Riga resulta ser una ciudad bastante mestiza ruso-letona a pesar de la actual ola de nacionalismo letón (alucinante el problema de los ciudadanos ruso-parlantes sin la nacionalidad letona... De hecho los rusos son mayoría en Riga y alguna otra ciudad, pero el Gobierno les entorpece el acceso a la nacionalidad y el derecho al voto... En esta web se comenta la problemática que tienen).

Pero volviendo a temas más cinefilos, quién iba a decir que "El acorazado Potemkim" pudo gestarse a orillas del río Daugava y no en los muelles de San Petersburgo...

También tiene unos estupendos parques muy bien cuidados, tanto en el centro de la ciudad como en los barrios, y toda la ciudad está además rodeada de inmensos bosques... Y es que el verde es un color que se te queda grabado... En medio de uno de los parques está la Catedral Ortodoxa, un edificio imponente. Y luego Riga tiene su parte "soviética", que se puede apreciar en cuanto sales de ese centro turístico y "moderno": los viejos tranvías, el Mercado Central de Riga:

El citado mercado ocupa unos antiguos hangares para dirigibles construidos por los alemanes en la Primera Guerra Mundial (una visita imprescindible, no defraudan ni los edificios ni el ambiente; e incluye una pequeña tienda de productos españoles), los barrios rusos de las afueras, con una mezcla de casa de madera medio desvencijadas, bloques grises de estilo soviético e iglesias ortodoxas, y otro edificio curioso, el Palacio de la Cultura y de las Ciencias, también llamado "la tarta de cumpleaños de Stalin", que parece trasplantado del mismo centro de Moscú, y desde cuya última planta (tiene 21ª plantas) hay unas vistas excelentes de la ciudad, otra visita muy recomendable.


También nos acercamos a la ciudad-balneario de Jurmala, a pocos kilómetros del centro, con una excelente playa de 33 kilómetros y una colección de casas de madera de diferentes estilos, sobre todo Art Nouveau, muy bonitas algunas y muy curiosas la mayoría... Por cierto, que en junio el agua no estaba tan fría como podía suponerse, y vimos a gente bañándose y todo... en la próxima visita no me olvidaré del bañador (sin embargo en invierno el río de la ciudad y la costa del Báltico se congela... También quiero verlo).

En fin, que se me quedaron muchas cosas en el tintero, así que la próxima vez que vaya ya tengo una pequeña lista de tareas para seguir "Rigueando": darme un paseo en bici (la ciudad es completamente plana, y tiene grandes avenidas con no demasiado tráfico), entrar a algún museo curioso (hay uno de la Ocupación, otro Naval, el ya citado de Aviación...), visitar otras ciudades de Letonia (entre ellas Karosta, una antigua base soviética de submarinos ahora abandonada), además de Tallín, San Petersburgo... y lo que se tercie; como os digo, la ciudad me ha enganchado, así que aprovechando las visitas a M intentaré conocerla más a fondo.

Seguiremos informando.
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